Página web del symposio, aquí.
Crónica, por G. Ledo, en el Boletín 44, v/2010, p. 13.
Donostia, 13 al 15 de mayo de 2010
Dice Enrique Lafuente en la presentación del Symposium que quienes van por primera vez a San Sebastián tienen la fortuna de descubrir una de las ciudades más bonitas de España. No puedo decir que mi impresión haya sido distinta al conocer por primera vez esta ciudad. Tampoco es para menos lo que podría- mos decir del Palacio de Miramar, sede del congreso. Parece que año tras año los equipos organizadores de la SEHP compiten por los mejores elogios de sus asistentes.Creo que es de agradecer que entre quienes se hacen cargo de la escenografía y la intendencia de los congresos se haya generado esa cultura del esfuerzo y la atención hacia el otro. Mi más sincero agradecimiento para los compañeros de la Universidad del País Vasco que tanto han trabajado para adelantarse a todas nuestras necesidades y a algunos de nuestros deseos.
A pesar del ambiente frío y húmedo con que nos recibió Donostia, que parece ser costumbre de la ciudad cuando desembarca la SEHP, el jueves 13 de mayo por la mañana comprobamos por las bienvenidas y los saludos, el buen estado de ánima de la SEHP. Buen estado de ánimo, por cierto, no sólo producto de las sonrisas sino del empeño de muchos veteranos de la sociedad en seguir reivindicando la importancia del pasado de la Psicología a pesar de las dificultades contemporáneas.
Entre las dudas y la incertidumbre de los primerizos y los abrazos y apretones de manos de los experimentados, fuimos escogiendo asiento para la primera mesa. Escogiendo asiento, por cierto, en el Salón Comedor Real, que según nuestra invitada Alexandra Rutherford era el lugar más bonito en el que había dado una conferencia.
En esta primera mesa de arranque dedicada a la Historia de la Psicología Evolutiva tuvimos entre otros a Minkova y Arinina, las psicólogas rusas, que no soviéticas como decía un periódico nacional, haciendo un balance muy interesante de los problemas de la adolescencia y la juventud en la psicolo- gía, ahora sí, soviética, de principios de siglo veinte, y también un estudio sobre la psicología social en Bekhterev y McDougall. Estuvo también en esa mesa Moisés Esteban que traía una ponencia conjunta con Carl Ratner sobre el pasado y las tendencias contemporáneas de la psicología cultural. Esteban nos mostró la importancia extraordinaria de las ecologías ontogenéticas en la regulación del comportamiento a través de un vídeo absolutamente impactante de Oxana Malaya, la niña perro.
Después de la pausa para el café, las primeras conversaciones y la colocación de los pósters -muy buenos este año por cierto- tuvimos la oportunidad de escuchar la conferencia inaugural a cargo de Alexandra Rutherford. Alexandra trazó un recorrido fascinante a través de la psicología feminista estado- unidense del siglo XX. Con un carisma y una gracia incomparable fue mostrándonos el papel de la psicología en la construcción del género y de las diferencias de género, y cómo las investigado- ras feministas habían trabajado constantemente para rechazar el marco psicológico que legitimaba el acceso de los hombres a posiciones sociales privilegiadas.
La hora de la comida en San Sebastián es una hora especial. Si después de una mañana de congreso la hora de la comida es una hora esperada, puedo decir con tranquilidad que en esta ocasión lo era más. Gracias en parte, a los consejos de la organización pudimos conocer las excelentes virtudes gastro- nómicas de los hosteleros donostiarras.
La tarde se presentaba atractiva con la mesa Raíces de las escuelas y sistemas psicológicos, polémica con Bolonia y los Planes de Estudios, y muy sugerente con La psicología en tiempos de guerra.
Iñigo Ongay en la primera mesa de la tarde trajo una re!exión muy atinente sobre los errores históricos en la interpretación del Canon de Morgan. Gabriel Ruiz, a pesar de las di»cultades técnicas, nos habló de la popularización de las tesis de Pavlov con una ponencia preciosa.
La tercera mesa de la tarde estuvo en el nivel al que nos tienen acostumbrados sus componentes. Gallardo, Sánchez y Gómez-Soriano, nos hablaron cada uno en su ámbito de las relaciones entre el conocimiento psicológico y su utiliza- ción en contextos bélicos. Gallardo mostró parte de su entrañable trabajo con niños republicanos de la guerra civil, Iván Sánchez habló de la utilización de la cultura musical para la formación del espíritu nazi y Rubén Gómez- Soriano de la ausencia de un proyecto primatológico, también en la Alemania Nazi.
Después de esta última mesa y para «nalizar el día de trabajo, se celebró la Asamblea de Socios de la SEHP. Poste- riormente tuvimos el placer de escuchar al coro “Musikalis” que nos deleitó a todos con varias canciones entre las cuales tuvo lugar un emotivo y mereci- do homenaje sorpresa a José María Gondra con motivo de su despedida de la universidad. El punto «nal al jueves lo puso un copioso y distinguido Cocktail ofrecido en el Salón de Madera, que todos agradecimos como cierre de la jornada de congreso.
Siendo este XXIII Symposium de la SEHP, una conmemoración del falleci- miento de William James, el viernes 14 por la mañana comenzamos con una mesa dedicada a este autor. La segunda sesión de trabajo del viernes estuvo dedicada a la Historia de la Psicología Española en los que presentaron traba jos los profesores Llavona y Bandrés sobre los alumnos del Dr. Simarro, Emilio García sobre el famoso caso Larios al que ya nos tiene acostumbrados, el profesor Quintana sobre Germain, Belén Jiménez sobre la transformación de la imputa- ción, Helio Carpintero sobre una famosa encuesta a universitarios que generó disturbios en el franquismo, las herma- nas Sáiz sobre Joaqim Xirau y Juan Anto- nio Vera sobre la Fundación Juan March.
Las mesas de la tarde, William James en el recuerdo y la Historia de la Psicología Aplicada dejaron paso a la presentación del video realizado por Enrique Lafuente y Jorge Castro, Eloy Luis André y la psicolo- gía científica en la España de la Restaura- ción. Un video documental excelente en el que intervienen muchos de los compañeros de la SEHP.
El viernes noche nos ofreció uno de los momentos mágicos del Symposium. Cena de gala en Donostia es sinónimo de éxito, y más si se celebra en un restau- rante como el Ni Neus. Todos los comen- sales disfrutamos entusiasmados con el desfile de exquisiteces que se nos venían al paladar al mismo tiempo que nos poníamos nostálgicos, con la ayuda de un biocatalizador de las emociones procedente de La Rioja, escuchando los discursos en honor al trabajo de la Sociedad.
La recta final del congreso tuvo lugar en el Salón de Actos de la Facultad de Psicología. A pesar de la noche anterior, las dos mesas de la mañana contaron con una numerosa asistencia. Más allá de alguna ojera disimulada o de algún amago de bostezo, el patio de butacas mantuvo el tipo. La primera mesa trató un tema crucial para la Psicología y un poco marginado a mi entender. Psicólogos por la Paz nos presentó el trabajo de algunos psicólogos, profesionales del cuidado, al servicio de las víctimas de la expresión más cruel de la violencia, la guerra.
La última mesa, muy convenientemente titulada Otras temáticas, mostró tanta variedad como profundidad en sus traba- jos. Entre otros trabajos, Mònica Ballton- dre presentó una comunicación sobre el goce en las experiencias místicas de Teresa de Ávila; Or Hasson nos conquistó con su reconstrucción de la psicología de Huarte de San Juan y Andrés Velásquez y el profesor Florentino Blanco nos deleitó con un brillante trabajo sobre la música como forma de regulación de la afectivi- dad moderna.
Wade E. Pickren cerró el congreso con una conferencia sobre la transformación del conocimiento psicológico con alguna crítica a los programas de investigación etnopsicológica.
Para certificar el final del congreso tuvimos la oportunidad por última vez de almorzar en compañía de todos los congresistas gracias al aperitivo prepara- do en la propia facultad. Besos y abrazos para todos y un “nos vemos en Málaga” como fórmula para la despedida.