XXII Symposium, Oviedo 2009

Crónica del symposio por Arthur Arruda Leal Ferreira, en el Boletín 42, v/2009, p. 9.

7-9 de Mayo de 2009, Oviedo.

Arthur Arruda Leal Ferreira, U. Federal do Rio de Janeiro

Oviedo2009_grupo1La crónica de un congreso puede hacerse tanto de un modo descriptivo como problematizándolo. En el primer caso, cabe una descripción minuciosa de todos los acontecimientos a modo de un diario de a bordo. En el segundo caso, cobra importancia el hecho de apuntar hacia cuestiones suscitadas por el encuentro. De manera complementaria, experimentaré los dos géneros, cargando las tintas especialmente en el enfoque problematizador. Este enfoque lo conduciré a través de dos aspectos: 1) la cuestión de la unidad (lo que nos reúne, lo que nos hace trabajar de manera conjunta); 2) el formato congreso como modo de compartir los trabajos.

Pasemos a nuestro diario de a bordo. Lo que se puede decir inicialmente es que el simposio estuvo muy bien conducido por José Carlos Sánchez y su equipo, prácticamente compuesto por estudiantes. Tanto en relación al cumplimiento del programa como a la atención a los participantes del simposio (lo que fue fundamental para participantes extranjeros, como es mi caso). Especialmente por tal razón el evento tuvo pocas sorpresas en relación a lo originalmente programado. Poquísimas ausencias y algunos retrasos que fácilmente fueron reubicados en otras sesiones sin quebrar la coherencia del programa. En la medida de lo posible las sesiones obedecían a una unidad temática, lo que favoreció mucho el debate (aunque muchas veces el poco tiempo del que se disponía condujera a su prolongamiento en el coffee break). Al respecto tuvimos como asuntos aglutinadores Darwin, la Psicología española, y temas de naturaleza más política (disciplinar y controlar).

Como ya es tradición del evento, o eso creo (este fue el segundo simposio en el que participo) tuvimos también dos conferencias especiales (inaugural y de cierre) de dos invitados extranjeros (Robert Wozniak y Jaan Valsiner) que con mucho mantuvieron el alto nivel del encuentro. En el primer caso fue presentada una revisión histórica del problema cuerpo-mente apuntando hacia las alternativas contemporáneas del tema y en el segundo una presentación de algunos mecanismos reguladores del mercado epistémico de la historia de la psicología. Aunque dentro del registro de lo que parece ser tradición del simposio hubo dos momentos importantes de confraternización: la cena (generosamente bien servida de buena música, comida y bebida asturiana) y el paseo a Gijón, muy bien organizado por José Carlos y su grupo. Aunque paseos y cenas forman parte de muchos eventos, el carácter intensamente festivo de estos en los encuentros de los simposios de la SEHP (al menos los dos en los que he podido participar) permite la formación de vínculos menos formales, distintos de los producidos en el espacio habitual del evento.
Hecha la descripción general del simposio, pasemos a la aproximación crítica: aquí debemos preguntarnos ¿qué reúne a trabajos tan diversos con temas, periodos, coberturas, metodologías y conceptos tan distintos? Desde trabajos que podrían ser abordados desde nuestra experiencia perceptiva en la filosofía antigua (María Pilar Aivar y David Travieso) hasta los modos recientes de organización de la psicología (Juan Antonio Vera) pasando por los pensadores de la Iberia morisca (Juan Antonio Mora-Mérida y Miguel Luis Martín-Jorge). Personajes diversos (Lidell, José Joaquín de Mora, Fray Antonio José Rodríguez, Rafael Álvarez), conceptos (toma de decisiones, rivalidad mimética, selección natural), y experiencias (tarantismo, comunidades experimentales, simbología nazi). De España a Inglaterra, de la Unión Soviética al Nuevo Mundo (EEUU, México, Perú y Colombia) por caminos diversos (métodos cuantitativos, críticos e interpretativos).
Después de este rápido mosaico, podemos preguntarnos ¿qué reúne este campo tan diverso? ¿Dónde se encuentra el punto de unión entre esta colección tan amplia? Al margen de una amplia y vaga noción de que los acontecimientos pudieron desarrollarse en una fecha temporal determinada (como la invención, el descubrimiento o la creación), poco hay en común entre estos trabajos. Lo que cambia en el tiempo, cómo cambia y por qué cambia, es todo lo que nos reúne en la diferencia. Entonces, ¿cómo pensar la historia de la psicología, si no es por la reorganización constante de la pregunta sobre “qué es la historia de la psicología”? Pregunta que es lanzada constantemente, como la constante alteración de sus fronteras, sin que nada se fije como criterio apriorístico de definición. Esto implica que estamos ante una federación de formas de investigación tan amplia como la que reúne la actual diversidad de culturas regionales sobre la bandera española.
En nuestra unidad está justamente la diversidad con que se suponen los acontecimientos, la cronología, las condiciones de posibilidad, los personajes, las instituciones, los motores de la historia. ¿Esto apunta entonces hacia un pluralismo, una suerte de diversidad sobre la que se construye el ámbito? Sin duda; es importante comprender que este campo no está preformado por ningún objeto, cronología, método o motor de la historia.
Con todo, esto no es suficiente, es importante entender que este campo no se reconfigura ni se remarca apenas por el acuerdo o el pacto de comunidad de investigadores, pero con mucho por el impacto que ciertos trabajos trazan, reinventando la historia, produciendo nuevas evidencias. Son estos trabajos, más que las aproximaciones categóricas los que producen nuevas fronteras para nuestro campo de la historia de la psicología: la invención (o reinvención) de un personaje, una institución, un modo de discurrir, investigar o redistribuir el campo de investigación. Tan fértil como el futuro, el pasado se abre generosamente a su retorno constante y reinvención. Y su reinvención es sin duda una reinvención del presente.
En este aspecto, apunto algunos ejemplos de trabajos que entiendo capaces de traer a escena nuevas cuestiones, nuevos objetos, personajes e instituciones. Esta lista no es fruto de una búsqueda de separación entre el bien y el mal (o lo bueno y lo malo), sino meros ejemplos de trabajos que, en su diversidad de estilos, apuntan hacia cuestiones interesantes. A este respecto cito los trabajos de José Manuel Lozano (sobre la fisiognomia de Della Porta), Marta Morgade (sobre la recepción de Helmholtz y Wundt en la obra de Peirce), María Pilar Aivar y David Travieso (sobre las teorías del movimiento ocular), Or Hasson (sobre la cuestión de la sexualidad en los trabajos de Huarte de San Juan), Rubén Gómez-Soriano (sobre los experimentos de hibridación de Ilya Ivanov), Paulo Jesús (sobre la historia de las emociones después de Darwin), José Carlos Loredo y Gema Martín (sobre la imitación animal) o Iván Sánchez y Norma Ramos (sobre el tarantismo).
La segunda cuestión tiene que ver con el formato del congreso (o con cómo nos reunimos). De modo general, los congresos se sustentan como formas de mantener instituciones y sociedades, facilitar la producción y validez de carreras docentes, distribuir ayudas de investigación, y, en el límite, permitir el intercambio y el diálogo entre los investigadores, cada vez más centrados en sus obligaciones cotidianas. Siendo este objetivo el más interesante y menos burocrático, es importante entender cómo se realiza en encuentros como el de la SEHP (así como en muchos otros): en los descansos, comidas e intercambio de e-mails. Esto puede ser dicho sin desvalorizar las presentaciones acotadas a 15 minutos distribuidos a lo largo de 3 días de evento. Estas son importantes como presentaciones en el sentido más amplio del término, ya que rápidamente nos formamos un índice de lo que investigamos y estudiamos. Con todo, donde las redes se tejen es justamente en los intersticios del evento. ¿Por qué no abrir en el propio evento algún espacio para discutir acerca de metodologías, conceptos y trabajos comunes o publicaciones?
Entiendo que esto tal vez sea difícil debido a los tiempos del programa. Pero creo que es posible y potencialmente fructífero para la producción de una red en historia de la psicología innovadora, interesada e interesante. De este modo iríamos más allá de nuestras obligaciones institucionales y estimularíamos la producción de trabajos que marquen la diferencia en nuestra área.

 

Arthur Arruda Leal Ferreira
U. Federal do Rio de Janeiro