Crónica del XXXII Symposium de la SEHP, Madrid, 8-10 de mayo de 2019

Por Sara Serrano Martínez (Universiteit Utrecht)

Hoy se cierne sobre la mayoría de los jóvenes investigadores (respecto de los cuales, es de todos sabido, “jóvenes” se dice de muchas maneras) una creciente necesidad de asistir y contribuir a cuantas reuniones científicas sea posible. Pese al imperativo de ejercer tal cosa como el networking, los ecos festivos y reflexivos que arrastra, etimológicamente, el término symposium peligran en muchos de estos eventos. En Madrid, los pasados 8, 9 y 10 de mayo de 2019, el XXXII Symposium de la Sociedad Española de Historia de la Psicología fue una alegre excepción a estas dinámicas contemporáneas. Gracias a ello, el simposio, organizado en esta ocasión por un comité arraigado en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), reunió una cuarentena de rigurosas ponencias (además de dos sesiones de pósteres y la presentación de varios libros), tanto en castellano como en inglés, y propició multitud de urgentes discusiones historiográficas.

Acto inaugural del Symposium

La urgencia de las discusiones historiográficas que surgieron a lo largo del simposio no puede entenderse sin la concurrencia de otro tipo de urgencias o eventualidades del tiempo presente. Una de las que tuvo más peso fue, indudablemente, la cuestión de las mujeres (en la historia de la psicología). Este no fue sólo el tema de una de las tres conferencias que vertebraban la reunión, sino también el motivo central del cartel y la imagen del evento (realizados por Rubén Gómez Soriano), que representa a Marie Langer y a Mercedes Rodrigo, así como la preocupación latente de algunas comunicaciones y pósteres que se centraron en mujeres relevantes para la historia de la psicología (la ponencia de Noemí Pizarroso, sobre Marinette Dambuyant, la de Andere Martín Sánchez y Luis María Iturbide Luquin, sobre Hermine Hug-Hellmuth, y la de Fátima Ruiz-Fuster, sobre Magda Arnold, así como en los pósteres de Cristina Florea et al., y de Sara Cuenca Descals y Mª José Monteagudo Soto). Fue concretamente la segunda de las conferencias del simposio, pronunciada por Dau García Dauder, la que explicitó este tópico al auditorio. Aunque su discurso se centró ante todo en demostrar el olvido o la expulsión de las mujeres en las narraciones e investigaciones sobre la historia de la psicología, García Dauder no dejó de lanzar interrogantes acerca de las causas socioculturales de este fenómeno (proponiendo, como correctivo, la aplicación de “epistemologías feministas” a la historiografía), ni de abundar en sus consecuencias para la docencia de la historia de la psicología en grados universitarios.

Dau García Dauder (izda.) y Noemí Pizarroso (dcha.) durante la conferencia. Foto por cortesía de Mª José Conterras.

La problemática de la marginación de algunos actores en la narración histórica no quedó, sin embargo, limitada a la cuestión de las mujeres. De hecho, uno de los factores clave que se pusieron sobre la mesa, con respecto a esa primera cuestión, fue la definición misma del “psicólogo” o “investigador en psicología”, y la relación entre esta problemática categoría historiográfica y los profesionales subalternos. Aunque esta cuestión no fue objeto de ninguna comunicación en concreto, sí que surgió en las rondas de preguntas y entre los comentarios que compartieron los asistentes informalmente. El problema se materializó, por ejemplo, en una pregunta lanzada a raíz de la presentación de Helio Carpintero, quien se ocupó de Isaak Spielrein y de la psicotecnia en la URSS: ¿qué lugar tienen las prácticas en la emergencia de la psicología? ¿Puede hablarse de “psicología aplicada” en los albores del siglo XX?

Fueron muchas, desde luego, las comunicaciones que abordaron prácticas de la psicología a lo largo de este simposio: de experimentos (David O. Clark), de laboratorios psicológicos (José María Gondra) y otras instituciones de investigación (Ramiro Tau), de la psicología experimental acerca de la percepción (René van Hezewijk), de la psicotecnia en la Europa entre el III Reich y la España franquista (Annette Mülberger), del papel clave de los maestros de primaria para con la psicotecnia en España (Génesis Núñez Araya; las propuestas en materia de educación también fueron tratadas en el póster de Verónica Patiño Vera), de la intersección entre derecho y psicología, sea propiamente en los procesos penales (Sara Serrano Martínez, y en el póster de Sergi Mora y Annette Mülberger), en relación con el legislador (Ricardo Campos, Silvia Levy Lazcano), o en el ámbito penitenciario (Domingo Gorricho, Francisco Pérez-Fernández y Francisco López-Muñoz), y, finalmente, de la asistencia pública en asistencia mental (Claudia Araya Ibacache, Victoria Sedkowski Nowak).

Sin embargo, más allá del estudio de las prácticas, estuvo presente en este simposio un giro historiográfico que no es estrictamente reciente, pero que aún apela a los investigadores: la historia desde abajo, que tiene en cuenta las voces de los sujetos estudiados o tratados. Los asistentes pudimos atender a revisiones y aplicaciones de este enfoque, tanto a profesionales (Violeta Ruiz Cuenca) como a pacientes (Rafael Huertas). Además, una comunicación (Francisco Ortega) también tuvo en cuenta a los activistas de la “neurodiversidad” que, desde los noventa, no sólo hablan, gracias a internet, sin necesidad de historiadores que les rescaten, sino que proponen fuertes (y variadas) posiciones acerca de los trastornos mentales y la asistencia a los mismos, enraizados en los anteriores Disability Studies, cuyo interés para psicólogos e historiadores fue reivindicado por este ponente.

Varios ponentes abordaron propuestas historiográficas determinadas, histórica y/o críticamente (la noción de memoria colectiva, por Csaba Pléh, y la obra de Kurt Danziger, por Adrian C. Brock, Ana María Talak, y Fernando Ferrari, en sus respectivas presentaciones). En este sentido, siguiendo a Danziger, Gabriel Ruiz presentó un trabajo, realizado junto con Natividad Sánchez, en el que revisó la presentación historiográfica habitual de I.P. Pavlov, donde se le reduce a un precursor del conductismo. En cambio incidió en los aspectos de su obra en que, efectivamente, investigó y trató de conceptualizar la subjetividad.

También es remarcable en el simposio de este año la fuerte presencia de trabajos desde la óptica de la historia cultural: hubo trabajos que atendieron tanto a la divulgación de conocimientos (Ana Briolotti), como al clima (Juan Manuel Zaragoza) y a la cuestión de las subjetividades y el yo (Florentino Blanco Trejo, Diego S. Garrocho Salcedo, Fabio Scalese, Arthur Arruda Leal Ferreira). El psicoanálisis también fue un tema abordado desde diferentes perspectivas (las ya mencionadas ponencias de Silvia Levy y de Andere Martín y Luis María Iturbide, y los pósteres de Sara Cuenca y Mª José Monteagudo, y Kata Dóra Kiss).

Es de justicia mencionar, con motivo de la mención a innovaciones historiográficas y enfoques que arrojan nueva luz a la historia, la agradable e interesante ruta por Lavapiés que la organización nos propuso. El itinerario estaba dirigido y comentado por el grupo La Liminal, y no sólo nos descubrió datos históricos del barrio y del edificio donde se celebró el simposio (Escuelas Pías), sino que, tomando como tema central al colectivo de las cigarreras de Madrid, nos mostró cómo varias de las cuestiones que habían surgido en nuestras discusiones científicas estaban enraizadas en el espacio de la ciudad (y cómo, más allá de discusiones teóricas y reuniones de investigadores, la narración de la historia se hace brillantemente de otras formas).

Desafortunadamente, por razones ajenas a la organización y a ella misma, no pudimos contar con la última conferenciante (Susana Gómez López), que iba a hablarnos de la escisión entre filosofía y ciencia en los albores de la así llamada Modernidad. Por suerte, la atención a temáticas anteriores al siglo XX no faltó en el simposio, habiendo comunicaciones tanto sobre los saberes acerca de animales en la Ilustración (Rubén Gómez Soriano), como sobre la concepción de la geometría en la metafísica de Clifford (Juan Hermoso Durán), la música (Marco Bernal) o la retórica y la religión (Jorge Laguna Martín, Luís Martínez Guerrero). La religión fue también un tópico tratado para un periodo posterior por Jacob A. Belzen, y en el póster de Pablo Nicolás Cuadrado y Jorge Castro Tejerina.

Ana Mª Talak (izda.) y Jorge Castro (dcha.) durante la conferencia inaugural

La conferencia inaugural presentó otra de las cuestiones clave que surgieron a lo largo del mismo: la docencia de la historia de la psicología en grados universitarios. Si bien Ana María Talak se centró en el caso de Argentina, del mismo modo que lo hizo Fernando Ferrari, a lo largo del simposio se trataron cuestiones docentes en otros lugares, como Uruguay (Jorge Chávez Bidart), Chile o València. La temática se había discutido, además, con motivo de la conferencia acerca de las mujeres de Dau García Dauder. Por otro lado, el espacio que debía ocupar la conferencia de clausura se aprovechó para ampliar el turno de preguntas de la de Talak, que había quedado muy reducido en su momento. En tal discusión no sólo se abundó sobre la problemática de la enseñanza, sino también sobre la última de las grandes cuestiones del simposio: ¿quiénes son los interlocutores de quienes investigan y escriben sobre la historia de la psicología, más allá de esos alumnos de pregrado? La relación no sólo con otros grupos de investigadores en el campo, sino también con historiadores generales, resultó sugerente para muchos de los asistentes y ponentes, transformando así la desafortunada ausencia de la última conferenciante en la posibilidad de una fructífera conversación.

Foto de grupo del XXXII Symposium de la SEHP

Pese al reconocimiento del relativo aislamiento que sufren varias subdisciplinas de la Historia, y de las dificultades de comunicación con varios interlocutores, a lo largo del simposio se percibía la esperanza y motivación de la mayoría de los ponentes y asistentes con respecto a la tarea de historiar la psicología. El tamaño modesto y el carácter familiar de la Sociedad Española de Historia de la Psicología, en este sentido, puede interpretarse de distintas formas. Pero, desde luego, garantiza que, el año que viene, el nuevo simposio será otra alegre excepción a algunas dinámicas científicas del presente, un momento de reunión para quienes comparten ciertas preocupaciones y preguntas, y quieren adoptar otras nuevas.