XXVIV Symposium, Málaga 2011

Página web del symposio, aquí.

Crónica, por H. García, en el Boletín 46, v/2011, p. 19.

Málaga, 12 al 14 de mayo de 2011

Héctor García, Universidad de Barcelona

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Una importante asistencia confirmó que, año tras año, el Symposium de la Sociedad Española de Historia de la Psicología tiene un lugar en la vida académica de la península. Los socios, junto a muchos compañeros que comparten el interés por esta disciplina, así como académicos de otros países y alumnos de nuestras facultades, se dirigieron a una de las capitales del sur de Europa para celebrar el XXIV Symposium de la SEHP. Málaga fue una notable anfitriona.

Como ya sucedió hace 15 años, la capital de la provincia malagueña acogió de nuevo y con entusiasmo a los inscritos, que poblaron la ciudad armados de lustrosos cartapacios dignos del más aplicado de los arquitectos. Fue sin duda un acierto la elección de la sede: los cines Albéniz, que albergan cada año el Festival de Cine de Málaga, otorgaron glamour al evento y comodidad para los asistentes. Su emplazamiento en pleno centro histórico malagueño permitió a los congresistas, como nos recordó Juan Antonio Mora, tener un contacto directo, pues estábamos ahí mismo, con lo más vivo de la capital: su patrimonio cultural. Muchos de nosotros pudimos asistir al symposium y volver al hotel paseando, sin que fuera necesaria estructura logística alguna. En lo que re!ere al programa y sus contenidos, preciso es señalar que no pudo defraudar. Si algo caracteriza a los Symposia de la SEHP es su diversidad, y esta 24a edición no fue una excepción si nos atenemos a las 77 ponencias presentadas. La variedad de temas, teorías, concepciones, incluso distintas formas de pensar la historia de nuestra disciplina se dieron la mano y posibilitaron el debate entre los ponentes y la audiencia. Antes de entrar en detalle en el desarrollo mismo del Symposium, quisiera detenerme en la presencia internacional y pluridisciplinar del encuentro: ponentes de Brasil, Colombia, Rusia, Italia u Holanda, así como colegas que trabajan en disciplinas afines como la historia, la medicina o las ciencias sociales, acudieron para presentar posters o comunicaciones, dando al encuentro un alcance que merece ser potenciado en las convocatorias a venir. En efecto, pocas cosas pueden enriquecer más un congreso acadé- mico que la presencia de profesionales de tan distintos ámbitos y procedencias. Conviene ahora entrar en profundidad en el programa propuesto: justo es subrayar que la heterogeneidad de temas presidió cada mesa, lo cual dio un aire fresco al conjunto. La conferencia de apertura del congreso fue de lo más interesante: el profesor Enrique García presentó de forma clara y breve, y no de forma acrítica, su interés por el campo de la psicología positi- va, campo que fue retomado también en las ponencias de Laura García-Vega y de Juan José Fernández. La primera mesa, que dio la bienvenida a Binet en su centenario y recordó a uno de los más ilustres psicólogos españoles, el muy querido Miquel Siguán, nos mantuvo expectantes. De la mano de José María Gondra pudimos escuchar una faceta algo menos conocida del titán francés, esto es, su acercamiento a la sugestión, la hipnosis, la alucinación y la clínica. El homenaje a Siguán vino de la mano de dos jóvenes catalanes, Iván Sánchez-Moreno y Mónica Balltondre, que retomaron dos de los más distantes polos de la obra del pensador español: el amor y el cine de suspense. Todo un juego de sombras que sirvió de exquisito aperitivo a lo que seguiría. Es imposible comentar aunque sea brevemente todo lo que se expuso, pero trataré de dar una perspectiva general de lo que aconteció. La Historia de la Psicología en España tuvo un peso importante en el Symposium, contando con temas diversos: desde la !gura del psicólogo de prisiones, pasando por la correspondencia entre Meyer y Mira en la que ahondó tenazmente Natividad Sánchez, tuvimos incluso la oportunidad de escuchar las singulares aficiones y desventuras del poeta catalán Jacint Verdaguer, en la que para muchos fue la ponencia más original del congreso. Y esto es sólo por lo que respecta al primer día… y aún nos esperaba la Alcazaba, justo ahí, a tiro de piedra. La visitamos con algo de prisa, pues el monumento cerraba media hora después de nuestra entrada. El viernes arrancó de buena mañana con tanta o más fuerza que el día inaugural: pudimos bucear acompañados por Elena Minkova en la psicología del desarrollo de la patria rusa, escuchar una versión menos parcial de la obra de Fechner de la mano del siempre preciso Arthur Arruda Leal Ferreira, o escuchar las formas en que algunos compañeros de profesión aplican imaginativamente el plan Bolonia para incentivar al alumnado. Tras la pausa para el café se dieron lugar temas de lo más diversos, aunque nos acercamos más a consideraciones de índole psicoterapéutica (en torno a las prácticas confesionarias en la histo- ria, la obra de Beck o las consideracio- nes del psicoanálisis), tras quedar sorprendidos por el vigor expositivo del italiano Nicola Curci en torno a un tema para muchos desconocido: las distintas versiones del aparato rotatorio del psicólogo alemán Karl Marbe. Por la tarde, nuevas aproximaciones históricas en torno a distintas discipli- nas: el pragmatismo jurídico de la España de las primeras décadas del siglo XX, el misticismo ilustrado propuesto por Henri Delacroix, la evolución de la enfermería psiquiátrica en España desde los años 30 a los 70, o una aproximación de la genealogía de la historia desde las ideas de Nietszche, Weber y Rohde, entre otras presentaciones, dibujaron una mesa de mucho nivel. Para finalizar, la conferencia de Helio Carpintero situó al personal de lleno en el centro neurálgico de este encuentro, esto es, la ciudad de Málaga, por el intermediario de ilustres malagueños: Francisco Giner, José Germain, María Zambrano, y quizás el pensador espa- ñol más importante, Ortega y Gasset. La noche deparó la consabida cena de gala, en la que no es preciso extenderse pues el disfrute fue general. Y así llegamos al último día, el sábado, en el que no sin sueño pudimos asistir a nuevas presentaciones. Nos despertó especialmente la interesante propuesta de Hernán Camilo, quien vino desde Colombia para hablar con valentía de cómo es posible hacer una psicología del trabajo crítica; en esta misma línea trabajaba la ponencia de Jorge Castro y Enrique Lafuente, por lo que el intercambio de comentarios en el debate fue muy rico. También resultó llamativa la presen- tación en torno a la figura del conquista- dor Alejandro Magno, inspirada por la hermenéutica que se puede derivar del psicoanálisis. Y no quisiera dejar pasar la ponencia de Mauricio Chisvert y María José Monteagudo, pues proponían un acto: pensar en hacer de la Revista de Historia de la Psicología un contenido Open Access con el fin de incrementar su difusión. Finalmente nos acercábamos a la clausura, momento en el que algunos pudimos sentir que entrabamos en un cierto looping (término que retomo del poster que Floor Van Alphen presentó en el symposium, en representación de todos los que se presentaron). En efecto, nos reencontramos, como en el inicio del evento, con la figura de Binet, esta vez de la mano del rigor expositivo de Jacqueline Carroy: un acierto para la clausura. Si les supo a poco, no falten en 2012 a la cita XXV: Santiago de Compostela nos acoge en la otra punta de la península.